El hombre y la fe

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La experiencia histórica ha demostrado que la separación entre la ciencia y la fe ha causado daños irreparables. La fe debe ser reconocida a través de la ciencia. La fe permanece a salvo de supersticiones gracias a la ilustración que ofrece la ciencia. La fe sin ciencia se convierte en fanatismo, estancamiento y no nos lleva a ningún lado. Donde no hay ciencia y conocimiento, la fe de los ignorantes partidarios se convierte en un instrumento en manos de charlatanes inteligentes. Muchos ejemplos de esto podemos encontrarlos entre los oportunistas en la decadencia del Islam y en otras épocas.

La ciencia sin fe es como una espada en manos de un borracho. Es como la vela en manos de un ladrón nocturno, que le permite robar la mejor mercancía. Es por ello que la persona no creyente instruida en la actualidad, es muy diferente del hombre incrédulo e ignorante del ayer, tanto en su naturaleza como en su comportamiento.

Podríamos preguntar: ¿no es la ciencia tanto ilustración como poder? La ilustración y el avance de la ciencia no se relacionan únicamente con el mundo externo. Nos instruyen y nos descubren nuestro mundo interior y en consecuencia nos permite cambiarlo. La ciencia puede mejorar el mundo y al género humano, realizando su propio deber (mejorando el mundo) y la fe realizando el suyo (mejorando al género humano). Ambos son válidos, pero el poder y la capacidad son medios. El hombre necesita un tipo de poder que no sea como sus instrumentos u objetivos, que sea capaz de manipularlo como una herramienta para sus fines.

 

Necesita un estímulo para provocar una revolución interna en él que se origina en los cambios que se producen en su alma y que convierten los valores espirituales en algo sagrado para él…

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Por Ayatollah Murtada Mutahhari

-Serie de Estudios de los Conocimientos Islámicos 5-